La leyenda:

Atlas tuvo tres hijas, las Hespérides: Egle, Eritia y Aretusa. Las tres vivían en la tierra más occidental del mundo, unas islas maravillosas en el Océano Atlántico, un paraíso terrenal donde el clima era benigno y donde los árboles daban manzanas de oro.
La diosa Gea había hecho brotar esas manzanas como regalo de bodas para Zeus y Hera.
Las Hespérides cultivaban el Jardín y éste era custodiado por Ladon, un fiero dragón que arrojaba fuego por sus cien cabezas.
Hércules, el héroe más grande de la antigüedad, recibió la misión de realizar doce tareas, consideradas muy difíciles y conocidas como "Los doce trabajos de Hércules". El undécimo trabajo de éste consitió en robar las manzanas de oro del Jardín de las Hespérides. Las manzanas fueron entregadas a la diosa Atenea, quien las devolvió al jardín y sus jardineras, las Hespérides.
En cuanto a Ladon, el dragón guardián muerto por Atlas, sigue vivo en us hijos los árboles llamados dragos. Según la leyenda la sangre, que manaba de las herdias mortales del dragón, cayó sobre el jardín y de cada gota creció un drago.

Bienvenidos/as

El Jardín de las Hespérides es un lugar donde pretendo expresar y compartir todo lo que siento. El sitio donde desahogarme.
Un escondite a la luz.
¡Deseo que os guste!


domingo, 22 de mayo de 2011

No mires.

¿Y qué? Me gusta monear, saltar y reírme. Me encanta tanto poner voz de niña, como imitar a un cantante de ópera. Y gritar y sacar la lengua y bailar... Me gusta estar activa cuando toca y dormir cuando el mundo me viene grande. Soy la más cariñosa del mundo, cuando quiero, también la más borde si me tocan la moral. O simplemente, cuando me da la gana.
Puedo ser la más buena o la más mala, según se me antoje. Sé guardar secretos, pero también sé que secretos es mejor no guardar. Me gusta confiar en las personas, aunque ese, a veces, sea el mayor de todos mis defectos.
Me encanta leer, ver películas y hacer fotos. Soy un poco nostálgica y a veces sigo adelante gracias al pasado, pero también he de decir que el resto del tiempo vivo al máximo el presente. Cuando tengo que organizar algo... todo tiene que estar bajo control. ¡Soy una maniática del orden! de poca paciencia, algo insegura y a veces muy persistente y quizás... ¿por qué no? algo exigente.
Me gustan los retos, y me hundo si no los supero. Soy un poco rara, por momentos. No puedo sobrevivir sin chocolate y suelo ser extremadamente puntual, al igual que odio esperar por los demás, me estreso si veo que voy a ser yo la que haga esperar. Me encanta hablar de heridas, sangre, investigaciones sobre el alzheimer y todas esas cosas raras, para algunos asquerosas ¡Me apasionan!
Si me pasa algo y me preguntas, no te contaré que me sucede hasta que me lo preguntes varias veces. Puedo escribir textos sin sentido, pero que me hacen feliz, me desahogan y con los que me identifico, puedo abrir la ventana de mi habitación y gritar, simplemente de felicidad. Morder mi peluche favorito de rabia o abrazarlo hasta que me duela.
Doy la vida por quienes están ahí cuando necesito, esos que vienen sin ser llamados. ¡No les hace falta que les avise, saben que les necesito con una simple mirada!
Me apasiona ver la cara de Thor, mi perro cuando comienzo a hablarle, y sé que aunque no me entiende, me escucha. Abrazarle, sentir su húmeda nariz en mi cara, cuando me lame con cara de... ¿me acaricias? Me encanta ser feliz, positiva y llegar a la facultad los lunes cantando, y que la gente me mire con cara de... ¿esta está loca? 
Sé que tengo muchos defectos, pero la gente que me aprecia dice que también tengo mis virtudes.
Me gusta escuchar y que me escuchen, hablo muy rápido y soy de las que se ponen a pensar en el futuro, ¿qué será de mí?. No me importa salir a la calle en pijama, no me maquillo, ni tan solo la raya del ojo para ir a clase, o a comprar el pan, el maquillaje es sagrado, para cuando salgo, y aun así, tampoco lo hago siempre...
Odio a esa gente que se piensa que es mejor que los demás, digo las cosas como me vienen, a veces sin pensar y lo que tengo en el estómago, llega de forma fugaz a mi lengua y cuando menos lo esperas... ¡Zas! te lo he dicho. A veces me faltan las palabras para expresar las cosas y escribo cartas, que el que lee dice... ¿te aburrías mi niña? ¡Pero me da igual! Soy así, impredecible y... ¿si no te gusta? ¡No mires!


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