Esa sensación de estar loca. De creer que vas en contra del mundo, pero que te da igual… Ese querer y no poder, saber que no está en tus manos, pero aún así, te empecinas y sigues luchando. El querer demostrar que eres fuerte, que estás bien, aunque por dentro estás peor que la típica figurita de porcelana de tu abuela, esa que tanto adoraba, y que un día, mientras jugabas le rompiste en mil pedacitos.
El decir “hoy nada va a poder conmigo” y ver como a los dos segundos te has hundido. El típico consejo de “no pierdas la esperanza”, “ten fe”, “todo irá bien”… que todos algunas vez hemos dado, pero que cuando recibimos agradecemos con la típica cara de… ¡Si ya! ¬¬ ¿pretendes que me lo crea? =)
Esa sensación de ver cómo “desde fuera” todo se ve más fácil, sí, ¡Exacto! Esa justo esa es la sensación.
Hoy, creo que me he dado cuenta de que los científicos probaron muchas cosas, y afirmaron muchas otras, pero creo que se les olvidó lo de… “Hay días que es mejor no levantarse de la cama” Sí, porque te acuestas con casi toda la ilusión del mundo, y sin embargo, amaneces como si te la hubieran arrancado, robado, durante tus sueños.
Cuando te preguntan ¿qué tal estás? Y tú respondes con toda la convicción del mundo, ¡Muy bien! Pero sabes que en el fondo te gustaría decir mal, pedir un abrazo fuerte, de esos que te hacen perder la respiración unos segundos, deseas un rato en el que te demuestren que puede pararse el tiempo, que nada importa, un momento en que te digan de verdad, de corazón, que todo irá bien, pero que te lo demuestren…. ¿Conoces esa sensación?
Pues yo sí, hoy es uno de esos días, en los que me gustaría ser yo la que “desde fuera” diga que todo va a ir bien, que no pierda la esperanza, pero resulta que hoy estoy dentro, y soy la pesimista que hundida, siente que aunque grite, nadie la oirá.
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