La leyenda:

Atlas tuvo tres hijas, las Hespérides: Egle, Eritia y Aretusa. Las tres vivían en la tierra más occidental del mundo, unas islas maravillosas en el Océano Atlántico, un paraíso terrenal donde el clima era benigno y donde los árboles daban manzanas de oro.
La diosa Gea había hecho brotar esas manzanas como regalo de bodas para Zeus y Hera.
Las Hespérides cultivaban el Jardín y éste era custodiado por Ladon, un fiero dragón que arrojaba fuego por sus cien cabezas.
Hércules, el héroe más grande de la antigüedad, recibió la misión de realizar doce tareas, consideradas muy difíciles y conocidas como "Los doce trabajos de Hércules". El undécimo trabajo de éste consitió en robar las manzanas de oro del Jardín de las Hespérides. Las manzanas fueron entregadas a la diosa Atenea, quien las devolvió al jardín y sus jardineras, las Hespérides.
En cuanto a Ladon, el dragón guardián muerto por Atlas, sigue vivo en us hijos los árboles llamados dragos. Según la leyenda la sangre, que manaba de las herdias mortales del dragón, cayó sobre el jardín y de cada gota creció un drago.

Bienvenidos/as

El Jardín de las Hespérides es un lugar donde pretendo expresar y compartir todo lo que siento. El sitio donde desahogarme.
Un escondite a la luz.
¡Deseo que os guste!


sábado, 14 de mayo de 2011

¿Dónde está la regla?

A veces, me gustaría tener una regla con la que se pueda medir el tamaño de las consecuencias a determinados actos. 
Resulta, que en ocasiones, hacemos cosas que creemos que están bien hechas, pensamos que la otra persona no sabe nada, pero nos equivocamos, a veces sabe más de lo que imaginamos. En ese momento es cuando la cagamos. Cuando una mentirijilla sin importancia tiene un gran significado en la persona que creíamos, desconocía nuestros pensamientos.
A veces me pregunto ¿ por qué se inventaron tantas cosas inútiles y no esa regla ? Otras, prefiero que esa regla no exista, porque así, cuando soy yo la que sabe más de lo que otros piensan, puedo darme cuenta de lo que valen las personas, y sus actos, de cómo son en realidad. Pero luego llega el sentimiento de tristeza, el que te invade por sentir que duele más una decepción que una traición... ahora, creo que es uno de esos momentos, uno de esos días, en los que la ambigüedad me mata. En los días que me pregunto si las cosas que han cambiado han sido cambiadas desde el corazón, o simplemente por aparentar... ¡Tengo que reconocerlo! Hoy la duda me mata...
Hoy quiero tener esa regla en mis manos, hoy la busco de forma desesperada, pero no es para mí, sino para esa persona que sin darse cuenta, hoy, me ha decepcionado. 
Y es que resulta... que a veces es mejor no saber tanto... 

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