La leyenda:

Atlas tuvo tres hijas, las Hespérides: Egle, Eritia y Aretusa. Las tres vivían en la tierra más occidental del mundo, unas islas maravillosas en el Océano Atlántico, un paraíso terrenal donde el clima era benigno y donde los árboles daban manzanas de oro.
La diosa Gea había hecho brotar esas manzanas como regalo de bodas para Zeus y Hera.
Las Hespérides cultivaban el Jardín y éste era custodiado por Ladon, un fiero dragón que arrojaba fuego por sus cien cabezas.
Hércules, el héroe más grande de la antigüedad, recibió la misión de realizar doce tareas, consideradas muy difíciles y conocidas como "Los doce trabajos de Hércules". El undécimo trabajo de éste consitió en robar las manzanas de oro del Jardín de las Hespérides. Las manzanas fueron entregadas a la diosa Atenea, quien las devolvió al jardín y sus jardineras, las Hespérides.
En cuanto a Ladon, el dragón guardián muerto por Atlas, sigue vivo en us hijos los árboles llamados dragos. Según la leyenda la sangre, que manaba de las herdias mortales del dragón, cayó sobre el jardín y de cada gota creció un drago.

Bienvenidos/as

El Jardín de las Hespérides es un lugar donde pretendo expresar y compartir todo lo que siento. El sitio donde desahogarme.
Un escondite a la luz.
¡Deseo que os guste!


viernes, 29 de abril de 2011

Dulce, muy dulce...


¿Nunca te has levantado con la sensación de, "hoy todo me va a salir bien"? Con ese sentimiento de que, no va a pasar nada... yo sí, pero ese día no ha sido hoy. ¡Justo cuando más lo necesitaba!
Hoy tengo una extraña sensación, creo que se llama miedo, pero siento que no puedo con ella, todavía. Siento que esta vez he dado todo lo que tenía, he empleado todas mis fuerzas, las que me quedaban y un poco más. Quiero ser positiva, pero el miedo no me deja.
Quiero creer, necesito creer, tener fé; cruzar los dedos, ponerme algo rojo, estrenar algo nuevo, coger carrerilla y soltarlo de golpe. Mirarle de frente y... ¿confiar en la suerte?
Nosé, quizás lo que me haga falta sea ser un poco más positiva... sí ese adjetivo que se dice de una persona que busca la realidad de las cosas o su aspecto práctico. Sí, creo que eso es lo que me hace falta.
Hoy quiero algo dulce, sí, algo que me alegre un poco el alma, que me haga dulce por dentro, que me de energía... piensa, piensa... ¡Exacto! hoy quiero nubes de azúcar, muchas nubes de azúcar, hoy quiero ser positiva, porque sé que lo que tenga que ser será.  A fin de cuentas... La vida es dulce o amarga, es corta o es larga, ¿Qué importa? El que la goza la halla corta, y quien la sufre halla larga.
Yo hoy sé lo que quiero, y es ser dulce, muy, pero que muy dulce.

jueves, 28 de abril de 2011

Correr y correr hasta caer

Piensas y corres, corres sin rumbo buscando una sola razón convincente que te obligue a pararte... queremos volar antes de tiempo, correr cuando no debemos y experimentar sin control. Pero necesitamos la madurez necesaria para poder salir al circo que hay fuera, y al menos intentar saltar obstáculos, sin derremar ni una sola lágrima.
A veces sentimos que llegamos al cielo y lo podemos rozar con la yema de nuestros dedos, pero hay que tener cuidado si no quieres romperte todos los huesos de tu cuerpo, al caer de boca contra el asfalto desde muchos metros de altura.
No todo acaba como empieza, podemos sentirnos mejor que nunca, pero ya habrá algo que te quite la ilusión y otras muchas que te la devuelvan de golpe.
Salir de fiesta y sentir como poco a poco se te sube la adrenalina y explotar de emoción, como cual loca que escapa de un manicomio.
Una sonrisa de oreja a oreja a veces es la medicina perfecta para sentirte mejor, pero otras veces es el mayor gesto de hipocresía contigo misma.
Gritar en lo alto de una montaña, saltar al vacio y no pensar en nada, dejar tu mente en blanco donde solo tu subconsciente hable de tí y te diga quién eres realmente.
Cuando tienes la tentación de algo, que alguien te coge de la mano y te dice que no lo hagas, que no mereces sufrir, pero es necesario hacerlo... la mejor enseñanza es la que se obtiene de los errores y algunas veces, tropezaremos con la misma piedra hasta que nuestros autorreflejos nos lo impidan.
Al final de tu día saber tantas cosa, que podrias escribir un libro con todo lo que has aprendido de los errores y momentos difíciles, pero sin embargo sentirte orgulloso de aquello, disfrutar de la vida y soñar cuando sea necesario, porque no te gusta tu realidad.
Dejarte caer sobre la cama y esperar,para ver que sorpresa te traerá el futuro con la certeza de que lo puedas afrontar.

miércoles, 27 de abril de 2011

La perfecta imperfecta:

Sí, me cansé, me harté. Ya está bien, no sigo así, no más, me niego, no puedo, se acabó, ya la gota colmó mi vaso. ¡Que sí no hay más que hablar!
Siempre creo que puedo aguantar un poco más, venga me digo otra broma más, no pasa nada, eres fuerte. ¡Una mierda! llega un momento que dices: ¡Chacho! ¿no sabes hacer otra cosa? ¿tengo carita de payasa? Hello! que aunque no lo creas todo tiene un límite.
Podrías empezar a aplicarte un poco más tus propias palabras. ¡Que sí! vale lo sé, pedir es muy fácil y quejarse es gratis, pero que ya te estás pasando un poco. Creo yo.
Vale, venga, reconozco que tengo miles de defectos y más... lo admito, pero te recuerdo, así por si se te había olvidado, que nadie es perfecto. No sé si lo sabrás.
Tanto decir de los demás, tanto compararme, puede que no lo sepas pero quizás mis defectos sean los que me hagan especial.
Grito: me oyes un poco mejor.
Lloro: soy persona.
Me enfado: es señal de que me importas.
Me pico: signo de que tengo sentimientos.
Se me olvidan ciertas cosas: tampoco es que tenga memoria de hormiga. Hasta el momento me he acordado siemre de lo importante.
Miro a otro lado: por no decir algo de lo que me arrepienta.
Y así miles más... lo sé.
Sí, todo tiene un por qué en esta vida, si no lo sabías ya te lo cuento yo. No importa, nunca me ha importado explicarte las cosas dos veces, o incluso más.
¿Es cuestión de cambios? ¡Perfecto! vamos a cambiar, como todo el problema está en mí, si yo cambio cambia el mundo. Cuando tienes la razón se te da, nunca se dice que no. Hay muchísimas cosas en las que tienes razón, no lo niego, asumo que no soy perfecta, pero... es que tampoco quiero serlo. Si lo fuera no me equivocaría y en tal caso no aprendería nunca nada nuevo. Perdona pero es que no me va la monotonía, me gusta ser imperfecta.
Poco a poco intento limar ciertas cosas en mi personalidad. Hablar despacio, no gritar cuando hablo, enfadarme menos, no rechistar... pero mira hasta lo héroes tienen sus momentos de debilidad, en algún momento.
Esto no quiere decir nada, sólo me desahogo, pienso seguir adelante con mi propósito, pero... ¡cuidado con lo que deseas! a veces no es lo que esperas.
Soy toda una mujer, ahora toca demostrarlo; quizás fuera mi culpa, por no hacerlo antes. ¿Quieres verlo? ¡Bien! lo verás, si yo no tengo problema, me gustan los grandes retos, como este, pero piensa que quizá todo el peso no recaiga sobre mí, como pretendes convencerte, día tras día. Tu momento va a llegar, luego veremos si eres capaz de cumplir también lo que prometes.
Pese a todo, nunca olvides que eres muy importante y aun así ¡te quiero! a fin de cuentas ¿qué más puedo pedir?
¡No lo olvides!

martes, 26 de abril de 2011

Recuerdos

A veces, uno intenta hacer que las cosas sean mejor de lo que son, a veces las personas nos creemos con el derecho de poder cambiar a nuestro antojo cualquier cosa, pero en ocasiones, las cosas nunca volverán a ser lo que eran. Sea por el motivo que sea.
Puede que quizás sea la dejadez, tal vez la tan asquerosa rutina, que invade cada momento de felicidad y hace que todo parezca monótono, quizás sea la infinita paciencia de algunos y el decir... "Bah! ya lo haré, todavía tengo tiempo" Pero a veces ya no queda tanto tiempo como pensamos.
En ocasiones creemos que la paciencia de los demás o el cariño que nos sienten es como un elástico, que se estira y se estira y luego vuelve a recuperar su forma habitual, pero no. Cuando el peso ya es demasiado, cuando los sentimientos están enredados y pesan, se rebasa el límite de la elasticidad y ahí, justo en ese instante es donde comienza el límite plástico de la paciencia y el cariño de los que nos rodean. Ahí cuando el tirante se rompe, es cuando queremos hacer todo lo que no hemos hecho anteriormente, cuando queremos enmendar nuestros errores y recompensar los momentos de dedicación, los favores, las sonrisas robadas, el apoyo brindado, los abrazos ofrecidos... y resulta que no nos damos cuenta que el destino es caprichoso, y que justo en ese momento, ya es demasiado tarde.
Entonces es cuando viene un alubión de preguntas: ¿por qué no me di cuenta?, ¿por qué no hice esto, o por qué hice aquello otro?
Pero ya es tarde para preguntarse esas cosas.
Las personas, en la mayoría de los casos, no nos damos cuenta de que el momento justo para actuar, es cuando esa persona que está esperándonos se encuentra alimentando su alma de recuerdos del pasado. Recuerdos en los que nosotros actuábamos como ahora hemos olvidado actuar. Ese es el momento justo, es el límite final entre el umbral de elasticidad y plasticidad.
¿Y bien? ¿A qué estamos esperando?
Algunos ya comenzamos a buscar recuerdos que nos alimenten.