La leyenda:

Atlas tuvo tres hijas, las Hespérides: Egle, Eritia y Aretusa. Las tres vivían en la tierra más occidental del mundo, unas islas maravillosas en el Océano Atlántico, un paraíso terrenal donde el clima era benigno y donde los árboles daban manzanas de oro.
La diosa Gea había hecho brotar esas manzanas como regalo de bodas para Zeus y Hera.
Las Hespérides cultivaban el Jardín y éste era custodiado por Ladon, un fiero dragón que arrojaba fuego por sus cien cabezas.
Hércules, el héroe más grande de la antigüedad, recibió la misión de realizar doce tareas, consideradas muy difíciles y conocidas como "Los doce trabajos de Hércules". El undécimo trabajo de éste consitió en robar las manzanas de oro del Jardín de las Hespérides. Las manzanas fueron entregadas a la diosa Atenea, quien las devolvió al jardín y sus jardineras, las Hespérides.
En cuanto a Ladon, el dragón guardián muerto por Atlas, sigue vivo en us hijos los árboles llamados dragos. Según la leyenda la sangre, que manaba de las herdias mortales del dragón, cayó sobre el jardín y de cada gota creció un drago.

Bienvenidos/as

El Jardín de las Hespérides es un lugar donde pretendo expresar y compartir todo lo que siento. El sitio donde desahogarme.
Un escondite a la luz.
¡Deseo que os guste!


lunes, 26 de diciembre de 2011

Aderezo de nostalgia:


Recuerdo cuando apenas era una niña… estas fechas siempre tenían un olor distinto, sabían a infinita felicidad. Todas las calles iluminadas, las casas decoradas y siempre había tiempo para reunirse con la familia y los buenos amigos…
Dicen que crecer es darse cuenta de que la vida no es como nos gustaría que fuese, todo es mucho más… ¿complejo? ¡Sí! Esa es la palabra. Complejo.
En estos días anhelo entrar en casa de mis abuelos y verla en la cocina; por aquel entonces desbordaba ilusión, era la viva imagen de la energía bien administrada. La palabra exacta en el momento adecuado. Se desvivía horas y horas en la cocina, preparando los mejores platos para sus hijos, hechos siempre con el mayor amor que existe, el amor de madre. En su mesa nunca faltaban todas y cada una de las bebidas preferidas de sus hijos. Así como la comida favorita de todos y cada uno de ellos. ¿Podéis imaginaros el alcance de esa mesa si os digo que son, bueno, mejor dicho, eran siete hijos? Con sus respectivas familias claro. 
Al entrar en su habitación, ahí está, sentada en una silla de ruedas, ella que siempre derrochó vitalidad por cada uno de sus poros, ella que jamás se olvidaba de nada, ya no me reconoce y lo que es peor aún, ya ni se reconoce a ella misma. Efectos secundarios del alzheimer.
Hoy la casa no huele a sus platos, ya no derrocha esa energía y positividad que sólo ella sabía. Ya no hacen falta grandes mesas de comida y bebida, pues ya va para diez años que un día, cinco de los seis hijos que le quedaban salieron por la puerta de la calle, de esa que les dio la vida y no han vuelto. La única que sigue entrando, es la que me dio la vida a mí. En fin, una vez más, los efectos secundarios de una gran responsabilidad. Cuidar de una madre con alzheimer.
Siempre me digo que nunca podré perdonar a los hijos de mi abuela, por así llamarlos, por lo que le han hecho; pero me acuerdo de algo que me dijo el único tío que hoy aunque me gustaría, no puedo sentar a mi mesa, pues el SIDA, el alcohol y una mala vida se lo llevó: “Sobrina, no guardes rencor, perdona siempre, hasta lo imperdonable, pues en el juicio de la vida, no eres tú quien pone el castigo. Ten siempre mucha dignidad y camina orgullosa de ser quien eres, una buena persona”
Así que, supongo que algún día tendré que predicar con el ejemplo y perdonar. Sé que a mi abuelos les gustaría, y a él también.
Ahora, que ya no soy una niña, estas fechas me saben extrañas, pero sigo viviéndolas de una forma especial, aunque sea a base de recuerdos, de felices e inolvidables recuerdos. Como cuando era una niña decoro mi casa en ayuda de mi hermana y la casa de mis abuelos, salgo ilusionada a comprar los regalos de reyes. Esos reyes a los que de niña le pedía el coche de la barbie… Como cada año, voy con mi hermana, que ya no es tan inocente como antes, a la cabalgata de reyes, ahora en compañía de mi novio, ese que hace ya 3 años me hace los ratitos difíciles algo más llevaderos, el que me molesta hasta hacerme rabiar, para acabar abrazándome y entre besos diciéndome ¡Te amo! Ese hombre que mi abuela me dijo que me debía de cuidar como a una reina. Si le conociera, estaría orgullosa de él.
Queda poco más de una semana para que llegue el 2012, ese en el que voy a entrar con la cabeza bien alta, en compañía de mis padres y mi hermana, el mismo año que voy celebrar de fiesta con mi novio y mis amigos.
El año al que le voy a pedir muchísima salud para mis abuelitos, trabajo para mi padre y mucha felicidad para todas y cada una de las personas que quiero. Espero que este nuevo año, sea ese en el que por fin, tras tres intentos fallidos, consiga cumplir mi sueño, empezar un duro camino hasta llamarme Dra. Alonso, para así cumplir la mayor promesa que le hice a mi abuela antes de caer enferma. Pues sus últimas palabras coherentes hacia mí fueron: “Mi niña, nunca, jamás por mucho que diga el resto del mundo, dejes de soñar”
Así que aunque ya no sea tan fácil como abrir los regalos la mañana del día 6 de Enero, aunque tenga que ser responsable de mis actos, ahora que sé lo que es un problema de verdad, como que papá llore por no tener trabajo, o la abuela me confunda con mi madre; ahora que el color de los zapatos es lo que menos importa y que la mejor y única meta posible es ser coherente con uno mismo, sigo siendo esa inocente niña, que en algún lugar de mi interior adora la Navidad. Pues la ilusión es lo último que se pierde y yo no estoy dispuesta a perderla.
Ya lo dijo una vez Paulo Coelho… “La vida siempre espera situaciones críticas para sacar su lado brillante”
¡Feliz Navidad y próspero año nuevo a todos/as!
PD: Estas fechas, como entonces, siguen teniendo un olor especial, saben igualmente a infinita felicidad, quizás ahora aderezadas con un poco de nostalgia. Pero las calles se siguen iluminando de muchos colores, las casas se decoran cada vez más y el tiempo que le dedicamos a la familia y a los amigos, sigue sin ser suficiente.

domingo, 25 de diciembre de 2011

Háblame de ti para saber de mi.

Háblame de tu oscura habitación, de tus noches sin dormir, de tus manías y deseos por cumplir. Háblame de tus días buenos y de los que preferiste no existir, de las alegrías vividas y las que siempre has querido vivir. Háblame de ti.
Cuéntame cómo fue que decidiste elegirme y me empezaste a escribir, dime por qué escogiste tus alegrías y tristezas conmigo compartir. Explícame cómo llegaste a la conclusión, de que conmigo de la mano querías seguir. Cómo supiste que las piedras del camino con mi ayuda querías apartar, que las flores más bellas me ibas a regalar, que el día más corto a mí me quieres dedicar; qué a mi lado el tiempo muerto quieres revivir, que el querer conmigo anhelas definir, que la vida junto a mí quieres afrontar, qué dormido conmigo quieres soñar y que despierto sin mí te quieres dormir, qué significaré para ti lo que para mí siempre conseguiste significar; qué las lágrimas que derrame con tu mano quieres acariciar que mis alegrías con tu presencia quieres aumentar... Explícame.

viernes, 9 de diciembre de 2011

Nunca jamás.

Perdón si me doy cuenta ahora, pero más vale tarde que nunca ¿no? por lo menos es lo que dicen.
Y en este momento, en este segundo, en este preciso instante de la vida me he dado cuenta de que hay etapas de la vida en la que piensas que tu existencia depende de una única persona, consideras que es la única sobre la faz de la Tierra que te hará feliz, que tan sólo con respirar te da todo lo que precisas. Crees que dependes de su estado de ánimo para estar bien, que sólo esa persona puede hacer del día más gris el más soleado...
Por una temporada puede que sea así, pero al final te das cuenta que le puedes querer mucho y que todo eso influye en mayor o menor medida en tu persona, quieras o no, pero que si tú no te quieres a ti mismo, NADIE te va a querer jamás.