La leyenda:

Atlas tuvo tres hijas, las Hespérides: Egle, Eritia y Aretusa. Las tres vivían en la tierra más occidental del mundo, unas islas maravillosas en el Océano Atlántico, un paraíso terrenal donde el clima era benigno y donde los árboles daban manzanas de oro.
La diosa Gea había hecho brotar esas manzanas como regalo de bodas para Zeus y Hera.
Las Hespérides cultivaban el Jardín y éste era custodiado por Ladon, un fiero dragón que arrojaba fuego por sus cien cabezas.
Hércules, el héroe más grande de la antigüedad, recibió la misión de realizar doce tareas, consideradas muy difíciles y conocidas como "Los doce trabajos de Hércules". El undécimo trabajo de éste consitió en robar las manzanas de oro del Jardín de las Hespérides. Las manzanas fueron entregadas a la diosa Atenea, quien las devolvió al jardín y sus jardineras, las Hespérides.
En cuanto a Ladon, el dragón guardián muerto por Atlas, sigue vivo en us hijos los árboles llamados dragos. Según la leyenda la sangre, que manaba de las herdias mortales del dragón, cayó sobre el jardín y de cada gota creció un drago.

Bienvenidos/as

El Jardín de las Hespérides es un lugar donde pretendo expresar y compartir todo lo que siento. El sitio donde desahogarme.
Un escondite a la luz.
¡Deseo que os guste!


miércoles, 21 de marzo de 2012

La singular historia de una niña feliz.

Ésta es la historia de una niña que quiso ser una niña feliz. 
Hace unos 4 meses y medio, aproximadamente, conocí a una joven muy peculiar. Una de esas jovencitas de hoy en día, que lo que tiene en las entrañas, de una forma casi fugaz, pasa a la punta de su lengua, para ser escupido en cuestión de, milésimas de segundo. Lo que popularmente conocemos como una persona visceral. En su caso, a veces demasiado, tanto para su gusto, como para el de los demás.
Bien, ella era de esas personas que consideraba que era mejor decir lo que pensaba, lo que sentía; de esas que decía lo que no le gustaba a esa persona que tanto quería y ¿quiere? ... En fin, a lo que estamos.
Pues así era ella. Pero, un buen día pasó algo que truncó todo su mundo.
Un día ocurrió algo que le hizo estallar. Algo que hizo que reventara por dentro, por culpa de eso que, hacia tantos meses que le quemaba el alma, algo que fue superior a sus fuerzas. Algo que funcionó tal cual gota que colma un vaso.
De pronto... ¡BOM! en cuestión de segundos la noche se tornó en una mala cara, que llevó a una mala contesta, que dio lugar a un mal entendido, que se tradujo en reproches y un grito tras otro. Una situación que quizás, no la hubiese marcado tanto si no hubiese sido con quien fue.
Pasaban los días y ella se sentía mal, culpable, herida, quizás decepcionada. Pero lo que más le pesaba era el sentimiento de culpabilidad. En esta ocasión decidió no ser orgullosa, agachó la cabeza y pidió disculpas, tanto a los asistentes a semejante show, dado noches antes, como al resto de actores secundarios y al que con ella protagonizó semejante bochorno público.
Los días pasaban y no podía evitar sentirse juzgada, juzgada por haber cometido un grave error y haber intentado enmendarlo. Culpable por haber pedido disculpas, pues hubo quien pensó, de mente retorcida, por cierto, que era un simple "lavado de conciencia".
En una pequeña, pero contundente conversación con ese alguien tan "especial" para la niña visceral, hizo una promesa. Una promesa que aunque sabía que iba a ser difícil de cumplir, estaba dispuesta a mantener.
¿Qué prometió? Inciso. Recordemos que esta jovencita era lo que popularmente se conoce como una persona visceral. Prosigo, prometido a ese "alguien" con estas palabras exactas: "De aquí en adelante cuando algo no me parezca bien no lo voy a reflejar con la cara. No haré a los demás partícipes de mis enfados. De aquí en adelante lo que yo piense sobre ciertas personas o situaciones nace conmigo y muere en mí. No quiero que se repita lo de esa noche. A partir de ahora prometo ser una niña feliz." "Por cierto, las disculpas fueron sinceras, no fue un mero lavado de cara como andan diciéndote por ahí"
Y ¿qué pasó os preguntareis? Bien. Lo que popularmente se conocía como persona visceral, ahora es una niña feliz. 
Cumplió, y hasta hoy sigue cumpliendo su promesa a rajatabla. Cuando está mal, triste, decaída y deprimida, no hace a los demás partícipes de su estado de ánimo. Respira hondo, cuenta hasta diez y justo al poner su mano en el pomo de la puerta antes de salir... dibuja en su cara una amplia sonrisa. Es lo que ella conoce como el #niñafelizmodoON. Con esa persona tan "especial" matizó ciertos aspectos, ya no le habla de según que personas, no opina y no se involucra. Y no os creáis que ha dejado de importarle, o quizás mejor expresado, de dolerle ciertas cosas, pero calla mira al frente y sonríe.
La verdad que lo llevaba bastante bien. Pero como en toda buena historia, llegó el tiempo de la bajona. El tiempo de cuestionarse ¿de qué me vale todo este esfuerzo sobrehumano que estoy haciendo? Tengo la sensación de que nadie, ni siquiera ese "alguien" me tiene en cuenta esto que estoy haciendo, en un principio pensé que lo hacía por mi bien. Pero, hace algún tiempo que me duelen ciertos aspectos de esta promesa. Antes no me rendía tan fácilmente, antes con ese "alguien" hablaba, ahora prefiero dejar que las cosas pasen, incluso esas que me duelen, pues considero que no me vale de nada hablar de algo que, tengo la impresión, de que no va a cambiar. 
Ya nadie la ve llorar, nadie le reprocha que ponga malas caras si pasa algo que no le gusta, se lleva bien con todos, "aparentemente" no comenta. Ha dejado de usar la ironía, el sarcasmo y las indirectas como una forma de expresión. Ahora es directa, breve, muy breve y "aparentemente" segura de sus palabras. Ahora, a  ojos del resto es "UNA NIÑA FELIZ" Eso que tanto ansiaban esas personas que la quieren y ese "alguien" especial. Ahora es el modelo de compañera perfecta para una fiesta y una buena cita.
Pero ahora ella se plantea una pregunta, una pregunta que no para de darle vueltas en la cabeza... ¿de verdad soy tan buena actriz?, ¿de verdad que nadie se da cuenta de qué la niña feliz el 75% de las veces es una fachada?, ¿será que nadie me conoce tan bien como pensaban, y hasta yo misma creía?, ¿de verdad que ese "alguien" especial ya no sabe mirar en el fondo de mis ojos cuando le contesto ¡Estoy bien! al preguntarme cómo estoy?
En definitiva, no puede faltar a su promesa y sigue pensando que #niñafelizmodoON es la mejor opción.
Y tú... ¿qué dices?

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