La leyenda:

Atlas tuvo tres hijas, las Hespérides: Egle, Eritia y Aretusa. Las tres vivían en la tierra más occidental del mundo, unas islas maravillosas en el Océano Atlántico, un paraíso terrenal donde el clima era benigno y donde los árboles daban manzanas de oro.
La diosa Gea había hecho brotar esas manzanas como regalo de bodas para Zeus y Hera.
Las Hespérides cultivaban el Jardín y éste era custodiado por Ladon, un fiero dragón que arrojaba fuego por sus cien cabezas.
Hércules, el héroe más grande de la antigüedad, recibió la misión de realizar doce tareas, consideradas muy difíciles y conocidas como "Los doce trabajos de Hércules". El undécimo trabajo de éste consitió en robar las manzanas de oro del Jardín de las Hespérides. Las manzanas fueron entregadas a la diosa Atenea, quien las devolvió al jardín y sus jardineras, las Hespérides.
En cuanto a Ladon, el dragón guardián muerto por Atlas, sigue vivo en us hijos los árboles llamados dragos. Según la leyenda la sangre, que manaba de las herdias mortales del dragón, cayó sobre el jardín y de cada gota creció un drago.

Bienvenidos/as

El Jardín de las Hespérides es un lugar donde pretendo expresar y compartir todo lo que siento. El sitio donde desahogarme.
Un escondite a la luz.
¡Deseo que os guste!


domingo, 5 de agosto de 2012

Huir.

"Soy egoísta, impaciente y un poco insegura. Cometo errores, pierdo el control y a veces soy difícil de lidiar. Pero si no puedes lidiar conmigo en mi peor momento, definitivamente no me mereces en el mejor"
Una vez la grandiosa Marilyn Monroe dijo eso y hoy yo, casi siento que pensaba en mí cuando lo hizo, claro que eso es imposible ya que no salen las cuentas... pero da igual, a lo que iba.
Definitivamente ella en su día tenía razón, distamos mucho de ser perfectos.
Particularmente soy un poco de todo lo que ella era, soy impaciente y muy insegura y reconozco que no soy fácil de tratar... pero quizás si no sabes llevarme, apoyarme y aconsejarme cuando estoy mal, no mereces que comparta contigo mis buenos momentos. Quizás puede que sean escasos, pero son intensos, de eso estoy segura.
Llega un punto en el que te cansas, ya no puedes más y la primera reacción que se te ocurre es echar a correr para ver quien es capaz de seguirte, pero duele ver como esas personas que pensaste que nunca te abandonarían son las primeras que ves como se quedan pequeñitas a medida que te alejas, dicen que no hay que arrepentirse de nada, porque si sale bien mereció la pena y si sale mal, seguro que te enseñó algo, pero los sentimientos son incontrolables, por desgracia en algunos momentos.

No sé si estaré haciendo bien en huir, pero de momento es para lo único que me quedan fuerzas, para esconderme y ver si alguien es capaz de encontrarme, quizás no sea quien ahora yo deseo, pero seguro que valdrá la pena. Necesito pensar así, necesito creer que algo así es posible.