La leyenda:

Atlas tuvo tres hijas, las Hespérides: Egle, Eritia y Aretusa. Las tres vivían en la tierra más occidental del mundo, unas islas maravillosas en el Océano Atlántico, un paraíso terrenal donde el clima era benigno y donde los árboles daban manzanas de oro.
La diosa Gea había hecho brotar esas manzanas como regalo de bodas para Zeus y Hera.
Las Hespérides cultivaban el Jardín y éste era custodiado por Ladon, un fiero dragón que arrojaba fuego por sus cien cabezas.
Hércules, el héroe más grande de la antigüedad, recibió la misión de realizar doce tareas, consideradas muy difíciles y conocidas como "Los doce trabajos de Hércules". El undécimo trabajo de éste consitió en robar las manzanas de oro del Jardín de las Hespérides. Las manzanas fueron entregadas a la diosa Atenea, quien las devolvió al jardín y sus jardineras, las Hespérides.
En cuanto a Ladon, el dragón guardián muerto por Atlas, sigue vivo en us hijos los árboles llamados dragos. Según la leyenda la sangre, que manaba de las herdias mortales del dragón, cayó sobre el jardín y de cada gota creció un drago.

Bienvenidos/as

El Jardín de las Hespérides es un lugar donde pretendo expresar y compartir todo lo que siento. El sitio donde desahogarme.
Un escondite a la luz.
¡Deseo que os guste!


martes, 17 de mayo de 2011

Desesperación.

Resulta. Resulta que puedo gritar pero no hablar más claro. Que puedo llorar sin estar triste, por simple felicidad. Resulta que puedo volar sin tener alas. Que aunque esté dentro de una cáscara de nuez, puedo sentirme reina de un espacio infinito. Resulta que puedo oír sin escuchar. Que puedo hablar sin pronunciar ni una sola palabra. Resulta que puedo estar enfadada y decirlo con una amplia sonrisa. Que puedo amanecer siendo la mujer más feliz del mundo y acostarme sintiendo que, quizás, hubiese sido mejor no levantarse. Resulta que puedo perdonar sin olvidar. Que puedo sentirme cansada y, sin embargo no dejar de luchar. Resulta que puedo decir… ¡Estoy bien! aunque por dentro esté gritando… ¡necesito un abrazo! Que puedo escuchar una canción y sentir que la escribieron fijándose en mí. Resulta, resulta, resulta… que puedo hacer tantas cosas imposibles y no puedo hacer que te des cuenta de lo que está pasando. Al final, sólo me he dado cuenta de que, resulta que puedo hacer de todo, menos actuar por ti. ¡Abre los ojos! Por favor…


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