La leyenda:

Atlas tuvo tres hijas, las Hespérides: Egle, Eritia y Aretusa. Las tres vivían en la tierra más occidental del mundo, unas islas maravillosas en el Océano Atlántico, un paraíso terrenal donde el clima era benigno y donde los árboles daban manzanas de oro.
La diosa Gea había hecho brotar esas manzanas como regalo de bodas para Zeus y Hera.
Las Hespérides cultivaban el Jardín y éste era custodiado por Ladon, un fiero dragón que arrojaba fuego por sus cien cabezas.
Hércules, el héroe más grande de la antigüedad, recibió la misión de realizar doce tareas, consideradas muy difíciles y conocidas como "Los doce trabajos de Hércules". El undécimo trabajo de éste consitió en robar las manzanas de oro del Jardín de las Hespérides. Las manzanas fueron entregadas a la diosa Atenea, quien las devolvió al jardín y sus jardineras, las Hespérides.
En cuanto a Ladon, el dragón guardián muerto por Atlas, sigue vivo en us hijos los árboles llamados dragos. Según la leyenda la sangre, que manaba de las herdias mortales del dragón, cayó sobre el jardín y de cada gota creció un drago.

Bienvenidos/as

El Jardín de las Hespérides es un lugar donde pretendo expresar y compartir todo lo que siento. El sitio donde desahogarme.
Un escondite a la luz.
¡Deseo que os guste!


lunes, 9 de mayo de 2011

Un instante:

Si por un instante consiguiera olvidarme de que soy una marioneta del destino y tuviera un pedazo de vida, tal vez no diría todo lo que pienso, pero si pensaría todo lo que digo.
Daría valor a las cosas, no por lo que valen, sino por su significado. Dormiría menos, para soñar más. Lograría entender que cada minuto que cierro los ojos, pierdo 60 segundos de luz.
Caminaría al ver que los demás se paran, me detendría al ver como los demás prosiguen su camino. Escucharía a los demás cuando habla y quizás, disfrutaría de un helado en buena compañía.
Con pedazo de vida vestiría sencillo y me tiraría al Sol, dejando no sólo descubierto mi cuerpo, sino también mi alma.
Escribiría mi odio sobre el hielo y me sentaría a esperar la salida del Sol.
Regaría con lágrimas las rosas para sentir el dolor de sus espinas y el rojo beso de sus pétalos. Si yo tuviera un trozo de vida...
No dejaría pasar ni un solo día sin decirle a la gente que quiero, que la quiero. A la humanidad le mostraría lo equivocada que está al pensar que dejan de enamorarse cuando envejecen, cuando en realidad envejecen al dejar de amar. A un niño le daría alas, pero le dejaría que el solo aprendiese a volar.
A los ancianos les enseñaría que la muerte no llega con la vejez, sino con el olvido.
¡Tantas cosas he aprendido!
He aprendido que todo el mundo quiere vivir en la cima de la montaña, sin saber que la felicidad se haya en subir el escarpado camino, que conduce hasta ella.
He aprendido que sólo tenemos derecho de mirar a nuestros semejantes hacia abajo, cuando es para ayudarlos a levantarse.
He aprendido que por cada minuto que estoy enfadada, pierdo sesenta segundos de felicidad.
He aprendido que si lloro, las lágrimas no me dejarán ver el Sol, al igual que he aprendido que lo fácil no es caerse, sino rendirse.
¡He aprendido tantas y tantas cosas...!


Pd: adptación del poema "La Marioneta" de Gabriel García Márquez.

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