La leyenda:

Atlas tuvo tres hijas, las Hespérides: Egle, Eritia y Aretusa. Las tres vivían en la tierra más occidental del mundo, unas islas maravillosas en el Océano Atlántico, un paraíso terrenal donde el clima era benigno y donde los árboles daban manzanas de oro.
La diosa Gea había hecho brotar esas manzanas como regalo de bodas para Zeus y Hera.
Las Hespérides cultivaban el Jardín y éste era custodiado por Ladon, un fiero dragón que arrojaba fuego por sus cien cabezas.
Hércules, el héroe más grande de la antigüedad, recibió la misión de realizar doce tareas, consideradas muy difíciles y conocidas como "Los doce trabajos de Hércules". El undécimo trabajo de éste consitió en robar las manzanas de oro del Jardín de las Hespérides. Las manzanas fueron entregadas a la diosa Atenea, quien las devolvió al jardín y sus jardineras, las Hespérides.
En cuanto a Ladon, el dragón guardián muerto por Atlas, sigue vivo en us hijos los árboles llamados dragos. Según la leyenda la sangre, que manaba de las herdias mortales del dragón, cayó sobre el jardín y de cada gota creció un drago.

Bienvenidos/as

El Jardín de las Hespérides es un lugar donde pretendo expresar y compartir todo lo que siento. El sitio donde desahogarme.
Un escondite a la luz.
¡Deseo que os guste!


miércoles, 15 de febrero de 2012

Tempus fugit.

Siempre intentamos matar el tiempo, siendo inconscientes de que él nos acabará por matar a nosotros. Y es que, no des tiempo al tiempo, porque el tiempo no da tiempo.
Dicen que la vida se distribuye por etapas, infancia, adolescencia, madurez y vejez. Pero hoy, si, porque me da la gana, me apetece llevarle la contraria a ese tópico. Hoy decido, porque una vez más, me da la real gana, que  la vida se divide en tiempos, pero a diferencia de un partido de fútbol, que se compone de dos tiempos de 45 minutos, o de uno de baloncesto que se divide en cuatro tiempos de 15 minutos cada cual, la vida está llena de pequeños tiempos.
¿No me crees? Sigue leyendo.
Mientras eres pequeño, es el tiempo de hacer que un "pues ahora no me ajunto" sea la mejor solución a ese problema con un amigo. Es el tiempo de creer que es el Ratoncito Pérez, quien por un diente te deja 1€, el tiempo de ser muy muy, pero que muy bueno para que la noche del 5 de Enero los Reyes Magos pasen a dejarte montañas de regalos. Es el tiempo de no tener preocupaciones, que mami te haga la cama.
Es el tiempo de salir a jugar toda la tarde, después de haber hecho 4 sumas y 4 restas.
A medida que vas creciendo, aprendes que también hay tiempo para multiplicar y dividir y ahí, ta vas dando cuenta de cuanto se puede llegar a complicar tu vida, porque si tú no has hecho tu cama, mami tampoco te la habrá hecho " ya eres mayor"
Es el tiempo de comenzar a preocuparte por ¿qué me pongo? de creer que si un amigo te miente el mundo se acaba. El tiempo de tener la edad del pavo. De creer que el niño de moda de la semana no se fijará en ti por tus defectos físicos, por ser demasiado inteligente, torpe, gorda, flaca, tonta... siempre habrá un defecto, o así lo querrás ver.
Aprenderás a sobrellevarlo y cuando creas que el tiempo de la edad del pavo ha acabado, lo habrá hecho, pero ahora llega el final de la adolescencia, la vertiginosa carrera hacia los 18 que, crees que tardan una eternidad en llegar, y que sin embargo, cuando cumples, cada día ves más y más lejos, aunque estés a punto de cumplir 20 años.
El tiempo vuela. Ahora es tiempo de empezar a decidir qué hacer con tu futuro. Ahora aparte de sumar, restar, dividir, multiplicar, hacer la cama, saber que te pones, los deberes, estudiar, ayudar en casa, aunque sea por aparentar, es el tiempo de entender que esas grandes amistades del "pues ahora no me junto" pasan de ser grandes amigos a perfectos desconocidos. La hora de saber que te han mentido una, dos y hasta tres veces y que lo seguirán haciendo.
Es el tiempo de que comiencen a quererte mal, envidiarte, incluso a calumniarte por los pasillos del instituto, es el tiempo de aprender a valorar lo que cuesta un peine. De saber que dos y dos no son cuatro, son veintidós.
Siempre hay un tiempo para todo, incluso, hay tiempo para entender de que a veces, la persona que más quieres en este mundo es la que te puede llegar a hacer sentir más triste, es la hora de ver que no siempre es blanco o negro, que el gris existe. Y por cierto, se usa mucho.
Es tiempo de saber que la vida no es color de rosa, y que hay veces que esforzarte no es suficiente, que no siempre querer es poder, pero que jamás, bajo ningún concepto debes rendirte.
Hay tiempo para darte cuenta de que el niño que estaba de moda, ese que creías el amor de tu vida, no es más que un burdo chiste cuando llega ese que, a pesar de ser demasiado gorda, inteligente, torpe, flaca, tonta... a pesar de ser tú, tal cual eres, con tus defectos y virtudes, sabrá apreciarte, te hará darte valor y estará orgulloso de llamarte novia.
Aunque parezca imposible, hay un tiempo en el que añoras la infancia, eso de no saber nada, de no tener preocupaciones, de tener todo hecho, esa etapa que tanto odiaste porque siempre era lo que mamá y papá decían, quizás era la más cómoda. Porque ahora que te toca decidir, ahora que no sabes cuál es el camino correcto, ahora que te das cuenta de que la opción elegida no es la correcta, que debes retroceder y empezar tú solito por otro sitio, ahora da miedo. Antes eso era sinónimo de valentía.
Es el tiempo de saber que no siempre que sales de marcha te diviertes, porque puede que tu cuerpo esté de marcha, pero tu cabeza está en otro problema que de verdad te afecta. Y no te hablo de un examen para el que no has estudiado. Es el tiempo de ver que el pedir perdón cuesta más que nunca y que ser perdonado es un privilegio, que has de ganarte.
Hay un tiempo de investigar que las nubes no son de algodón, que son una masa de aire frío... hay tiempo para empezar a ver los informativos y darte cuenta de que el pensar qué me pongo para salir el viernes con él, no es un problema mundial, ni siquiera de estado.
Hay un tiempo de entender que la vida no es como queremos que sea, que todo es mucho más complejo.
Tiempo, tiempo y tiempo. Siempre hay un tiempo para todo, pero no para todos. Porque puedes perder dinero, belleza o incluso puedes perder un amor, pero querido amigo, si has perdido el tiempo, lo habrás perdido todo.
Pero jamás olvides que el tiempo no lo decide todo, las decisiones las tomamos nosotros, el tiempo sólo es el espacio donde pensar y luego decidir.
Porque dale tiempo al tiempo y el tiempo te enseñará muchas cosas. Pero no le des mucho "tiempo al tiempo" porque, quizás cuando quieras disfrutar del tiempo, ya no lo podrás hacer.
En definitiva, si tengo razón al decir dos cosas:
Hay un tiempo para todo y ¡Tempus fugit!

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