Hay momentos de la vida en los cuales descubrimos que hemos dado tanto por una determinada causa o persona que incluso dejamos de pertenecernos a nosotros mismos. En ese momento queremos pensar que somos capaces de decir "ni quiero, ni busco, ni ruego" pero entonces nos damos cuenta que el corazón tiene razones que la razón no entiende... En ese instante comprobamos lo grande que ha sido nuestra entrega y amor por esa causa que creíamos ¿especial? y también, justo en ese instante, nos percatamos de que muchos de nuestros esfuerzos han sido en vano.
A veces, me gustaría decir las cosas a la cara, sin intermedios, pero es que, resulta, que en ocasiones, cuando lo intento, las palabras se me pierden rumbo a la lengua y emocionarme, se vuelve inevitable.
Por eso escribo, porque si hablo lloraré, y estoy cansada de sentirme débil, cansada de ser plato de segunda mesa, cansada de no ser ¡ESPECIAL! cansada de que lo que siento no quede dicho, pero que siga siendo... así que sólo me queda ¿desparecer? Irme lejos, para ver quién corre detrás de mí, quién me busca, quién me echa en falta y quién se alegra de mi partida...
¡Qué triste resulta! Tener la certeza de que sólo se echan en falta las cosas y a las personas cuando ya no las tenemos cerca, pero quizás sólo esa sea la solución.
¡D E S A P A R E C E R!
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