La leyenda:

Atlas tuvo tres hijas, las Hespérides: Egle, Eritia y Aretusa. Las tres vivían en la tierra más occidental del mundo, unas islas maravillosas en el Océano Atlántico, un paraíso terrenal donde el clima era benigno y donde los árboles daban manzanas de oro.
La diosa Gea había hecho brotar esas manzanas como regalo de bodas para Zeus y Hera.
Las Hespérides cultivaban el Jardín y éste era custodiado por Ladon, un fiero dragón que arrojaba fuego por sus cien cabezas.
Hércules, el héroe más grande de la antigüedad, recibió la misión de realizar doce tareas, consideradas muy difíciles y conocidas como "Los doce trabajos de Hércules". El undécimo trabajo de éste consitió en robar las manzanas de oro del Jardín de las Hespérides. Las manzanas fueron entregadas a la diosa Atenea, quien las devolvió al jardín y sus jardineras, las Hespérides.
En cuanto a Ladon, el dragón guardián muerto por Atlas, sigue vivo en us hijos los árboles llamados dragos. Según la leyenda la sangre, que manaba de las herdias mortales del dragón, cayó sobre el jardín y de cada gota creció un drago.

Bienvenidos/as

El Jardín de las Hespérides es un lugar donde pretendo expresar y compartir todo lo que siento. El sitio donde desahogarme.
Un escondite a la luz.
¡Deseo que os guste!


domingo, 19 de junio de 2011

La noria

Siempre ha sido el símil perfecto. La vida es como estar subido en una noria. A veces arriba, en la cima, en lo más alto, cuando puedes tocar el cielo con la yema de los dedos. Otras, abajo, pegado al suelo, cuando sientes que te hundes, que ya no quedan fuerzas para más. 
Y, sin embargo, muchas otras en el medio, el equilibrio. La equidad. Ese segundo de equilibrio a nada comparable, el momento justo, el instante exacto donde parece perfecto. Ni sobra, ni falta nada. 
¡Cuánto cuesta llegar hasta ahí! y lo poco que dura, es un instante efímero.
Pero siempre quedará el consuelo de que el giro es constante, que la noria no se detiene, siempre está en marcha y en cada altibajo se aprende algo, en cada segundo del camino hay una enseñanza, algo con lo que enriquecer tu experiencia...

Muchas veces las palabras que tendríamos que haber dicho no se presentan ante nuestro espíritu hasta que ya es demasiado tarde.

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