La leyenda:

Atlas tuvo tres hijas, las Hespérides: Egle, Eritia y Aretusa. Las tres vivían en la tierra más occidental del mundo, unas islas maravillosas en el Océano Atlántico, un paraíso terrenal donde el clima era benigno y donde los árboles daban manzanas de oro.
La diosa Gea había hecho brotar esas manzanas como regalo de bodas para Zeus y Hera.
Las Hespérides cultivaban el Jardín y éste era custodiado por Ladon, un fiero dragón que arrojaba fuego por sus cien cabezas.
Hércules, el héroe más grande de la antigüedad, recibió la misión de realizar doce tareas, consideradas muy difíciles y conocidas como "Los doce trabajos de Hércules". El undécimo trabajo de éste consitió en robar las manzanas de oro del Jardín de las Hespérides. Las manzanas fueron entregadas a la diosa Atenea, quien las devolvió al jardín y sus jardineras, las Hespérides.
En cuanto a Ladon, el dragón guardián muerto por Atlas, sigue vivo en us hijos los árboles llamados dragos. Según la leyenda la sangre, que manaba de las herdias mortales del dragón, cayó sobre el jardín y de cada gota creció un drago.

Bienvenidos/as

El Jardín de las Hespérides es un lugar donde pretendo expresar y compartir todo lo que siento. El sitio donde desahogarme.
Un escondite a la luz.
¡Deseo que os guste!


lunes, 18 de julio de 2011

This is my soul

Tan solo a veces encontramos el sentido de muchas cosas. Cosas que nos parecen infinitamente más pequeñas de lo de verdad son. Pequeñas porque pasan desapercibidas, casi siempre con el mal endémico de nuestras vidas, ese que se llama rutina. La auténtica asesina de nuestros sueños.
Mientras soñamos, nuestro subconsciente nos aleja de ella y nos muestra un mundo nuevo, influenciado por nuestras propias ideas y sentimientos. Un mundo libre de ataduras en el que somos los eternos protagonistas.
La pasión con la que podemos recordar un sueño, puede ser una bola de nieve que llegue a abarcar desde el pequeño detalle, hasta el más bello ideal que pueda tener el soñador.
La importancia de los sueños radica en la intensidad en la que se ha vivido un momento dado, o en la situación inmediatamente anterior al sueño. Puede ser un momento o toda una vida. Da lo mismo. Tu cabeza es la que dicta las normas. Mejor dicho, la parte que no conocías de tu cabeza.
Como dije antes, vivimos en un rutinario mundo que encadena a la rueda del olvido los sueños más hermosos o las pesadillas más extrañas.
Si eres creador, observa tus sueños. Despierto siempre se usa una pequeña parte de tu cerebro. Si te atreves a observar con detalle el mundo te darás cuenta que, al fin y al cabo, son situaciones familiares. Lugares que se parecen a sitios conocidos. Situaciones semejantes que parecen adivinar tu posición en ese mismo momento.
El tener un don también puede ser un defecto. El que estés perdido implica que buscas una determinada solución. Que sueñes cosas raras puede que tenga que ver con los momentos tan intensos de esa peli de terror que viste, o en aquel susto que te gastaron tus amigos en la infancia. 
Todo tiene que ver con todo. El subconsciente no se ve reflejado mientras se está despierto, por mucho que algunos se esfuercen en demostrarlo, lo que sí hace es “aprender” de lo que vive la parte consciente. Cuando sueñas, él tan solo se encarga de alinear según le convenga la información según la forma que quiera. Como tener las piezas de una casa de Lego desordenada y que milagrosamente, vuelven a unirse formando una casa distinta pero semejante.
¿Merece la pena el labrar cosas en torno a esos sueños? ¿Merece la pena hacerles caso con lo que nos dicen las personas que lo pueblan? ¿Merece la pena “aprender” de ellos?
No lo sé, pero lo que sí he llegado a saber es que, si cuentas un sueño éste jamás se realizará.



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