Tan solo a veces encontramos el sentido de muchas cosas. Cosas que nos parecen infinitamente más pequeñas de lo de verdad son. Pequeñas porque pasan desapercibidas, casi siempre con el mal endémico de nuestras vidas, ese que se llama rutina. La auténtica asesina de nuestros sueños.
Mientras soñamos, nuestro subconsciente nos aleja de ella y nos muestra un mundo nuevo, influenciado por nuestras propias ideas y sentimientos. Un mundo libre de ataduras en el que somos los eternos protagonistas.La pasión con la que podemos recordar un sueño, puede ser una bola de nieve que llegue a abarcar desde el pequeño detalle, hasta el más bello ideal que pueda tener el soñador.
La importancia de los sueños radica en la intensidad en la que se ha vivido un momento dado, o en la situación inmediatamente anterior al sueño. Puede ser un momento o toda una vida. Da lo mismo. Tu cabeza es la que dicta las normas. Mejor dicho, la parte que no conocías de tu cabeza.
Como dije antes, vivimos en un rutinario mundo que encadena a la rueda del olvido los sueños más hermosos o las pesadillas más extrañas.
Si eres creador, observa tus sueños. Despierto siempre se usa una pequeña parte de tu cerebro. Si te atreves a observar con detalle el mundo te darás cuenta que, al fin y al cabo, son situaciones familiares. Lugares que se parecen a sitios conocidos. Situaciones semejantes que parecen adivinar tu posición en ese mismo momento.
El tener un don también puede ser un defecto. El que estés perdido implica que buscas una determinada solución. Que sueñes cosas raras puede que tenga que ver con los momentos tan intensos de esa peli de terror que viste, o en aquel susto que te gastaron tus amigos en la infancia.
Todo tiene que ver con todo. El subconsciente no se ve reflejado mientras se está despierto, por mucho que algunos se esfuercen en demostrarlo, lo que sí hace es “aprender” de lo que vive la parte consciente. Cuando sueñas, él tan solo se encarga de alinear según le convenga la información según la forma que quiera. Como tener las piezas de una casa de Lego desordenada y que milagrosamente, vuelven a unirse formando una casa distinta pero semejante.
¿Merece la pena el labrar cosas en torno a esos sueños? ¿Merece la pena hacerles caso con lo que nos dicen las personas que lo pueblan? ¿Merece la pena “aprender” de ellos?
No lo sé, pero lo que sí he llegado a saber es que, si cuentas un sueño éste jamás se realizará.
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