Los primeros cinco minutos. Los primeros segundos después de formar algo tan “responsable” como una relación. La primera relación formal tu vida. Esos, son los cinco primeros minutos más ingenuos del futuro más próximo de dicha “convivencia” con la otra persona.
La ingenuidad viene definida como candor o falta de malicia. ¡Exacto! La malicia se esfuma por la ventana, cuando el amor entra por la puerta.
Piensas que todo será perfecto a partir de ese instante, pero no es así, es sólo la irreal percepción de uno de esos cinco primeros minutos de éxtasis.
Crees que todos sus segundos serán para ti, así como los tuyos lo serán para él. Consideras que lo peor que puede ocurrir es que te deje. Estás seguro de que es y será tan perfecto, que jamás podrá existir un por menor que cause conflicto alguno, piensas, piensas y… mal piensas.
No todos sus segundos serán para ti. Serán para ti, tu familia, tus amigos, tus problemas, tus alegrías, penas, emociones, peleas… pero al mismo tiempo serás suya, será su familia, sus amigos, sus problemas, sus alegrías, así como sus penas, sus emociones, peleas… Como el dos por uno del Carrefour. Puede ser algo muy personal tuyo, pero se sentirá implicado. Así como tú, te sentirás igual de implicada por y para él.
Por ejemplo: llegará ese amigo tan especial para él que tú no puedas ni ver. Pero, sin embargo, al que deberás respetar, en cierta medida apreciar, ayudar e incluso compartir con él tu tiempo, su tiempo, vuestro tiempo.
Quizás estés en lo cierto y no sea la mejor compañía que pueda tener, pero… es él quien decide. Tú única y exclusivamente podrás dar tu punto de vista, respetando el suyo y estar ahí, mostrándole tu apoyo y deseando de forma interior que todas tus sospechas sean infundadas. No obstante en el caso de no serlo, por mucho que sea el orgullo de haberlo advertido, te tragarás el “te lo dije”, “ves como tenía razón”, “ahora me harás más caso” y toda expresión que pueda llevar a hacerle sentir culpa alguna. Te callarás.
Simplemente con una mirada extenderás la mano, para demostrarle que estás ahí, donde siempre has estado cuando te dejó “tirada” para quedar con su amigo. Cuando caíste enferma y se olvidó de preguntarte cómo estabas, incluso cuando se olvidó de decirte que iba a salir con sus amigos… te limitarás a darle ese abrazo que tanto necesita y no es capaz de pedirte. Ya sabe que se equivocó, no se lo recuerdes, ayúdale a superarlo.
Estará esa suegra, que quizás no entienda del todo la relación, sea la suya o la tuya.
Llegará el día en que te mueras de ganas por verle, y por más bueno que sea tu plan, la excusa será mejor.
Todo esto último determina que el final de la relación, quizás no sea lo peor que pueda llegar a ocurrir dentro de ella.
No es todo para él, pero tampoco lo es para ti. Es para los dos. Una relación se basa, no en la ausencia de conflictos, sino en la capacidad de superarlos. Juntos. Sea de la importancia que sea. Ya puede tratarse de una operación de rodilla, como de un acceso frustrado a la carrera de tus sueños, pasando por un… ¡te extraño! Sin olvidar aquello que siempre tiras o te es tirado en cara.
Debes aprender a ser flexible, no cambiar, pero sí a mejorar. No se debe exigir, se debe opinar o pedir, incluso consultar en más de una ocasión.
Puede que le consideres perfecto, y quizás lo sea, pero hasta el mejor invento del universo trae consigo alguna pega. Esa pega llamada “defecto”. No obstante, deberás acostumbrarte a recordar siempre que, amar no consiste en querer a la persona perfecta, sino en querer amar todos y cada uno de los defectos que hacen a esa persona perfecta.
Resulta, que quizás, me haya quedado un poco corta… pero no seré yo quien te indique el por qué de lo cierto o equívoco de tus pensamientos en esos cinco minutos, después del inicio de una relación. Pero, no olvides que mientras sueñas despierta como pueda llegar a ser esa relación, mantienes los ojos cerrados.
Pd: Curioso, si cierro los ojos un segundo, todo el universo desaparece. ¡Qué telón tan pequeño, para escenario tan inmenso!
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